Culpa, responsabilidad, información y empoderamiento.
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Soy una firme defensora de la idea de que para estar (verdaderamente) empoderadas, es necesario tener toda la información (posible). Sólo así estamos decidiendo nosotras, de verdad.
Por ello, siempre que tengo la oportunidad continúo aprendiendo, por lo que no dudé en unirme a la 1ª jornada de actualización en salud sexual y reproductiva de la mujer, que organizaba la Universidad de Jaén.
De allí me volví con muchas conclusiones que os quiero compartir, y voy a empezar por una de las primeras que surgió.
Empoderamiento vs culpa.
La primera conferencia que escuchamos fue la de una IBCLC que de manera muy clara y directa habló de todas aquellas prácticas que dificultan en mayor o menor medida una lactancia materna exclusiva.
Entre ellas, la epidural, o más bien el uso de oxitocina durante su uso. Si queréis saber más acerca de esto, podéis leer más aquí.
Al finalizar su charla, una estudiante tomó el turno de palabra para discrepar con uno de los argumentos de la ponente.
Esta chica, nulípara a todas luces (no pretendo juzgar, pero la experiencia es determinante en este punto), se oponía a que se hablara mal de la epiural o se mencionaran posibles consecuencias adversas y tachaba a la ponente de no ser todo lo empoderadora que decía ser. Las mujeres teníamos que poder elegir usarla o no. Decir que la epidural tenía consecuencias (que las tiene) para ella era culpar a las madres que la elegían.
Sobra decir que la ponente le dio la razón acerca de ser libres para elegir, y discrepó a continuación con todo lo demás, al igual que hicimos casi todas las mujeres que teníamos más experiencia en el asunto de la sala.
Ponerse la epidural, ¿Es una elección?
No hay mayor empoderamiento que disponer de toda la información con evidencia. Y luego decidir con toda la información en nuestra mano. Decidir de verdad. No a ciegas.
A día de hoy sigue siendo común que cada vez que nombramos a la epidural como posible elemento entorpecedor de la lactancia materna salten muchas voces críticas.
Nos duele , y es lógico , qué aquello que creemos que nos ayuda a dar a luz sin dolor y de manera más fácil se considere un problema para la lactancia.
Y hago hincapié en que creemos que nos ayuda porque también esto está demostrado que no es cierto. A día de hoy el porcentaje de uso de epidural es aberrante (más del 90%) y este dato no hace más que poner sobre la mesa que tenemos muchísimos problemas en nuestro sistema sanitario a la hora de ayudar a las mujeres a dar a luz. Si, la epidural nos alivia el dolor, pero también entorpece y de qué manera el trabajo del parto.
Lo repetiremos una y mil veces, la epidural no es inocua y tiene consecuencias, incluso cuando todo va bien. Y aún así, está bien si decides usarla. Es más, el sistema no está preparado para que no la pidas. Y mientras esto no cambie, nos veremos obligadas a elegir de manera más o menos consciente y libre está opción.
Nos guste más o menos, a día de hoy ponerse la epidural no es una elección. En muchos casos es una imposición invisible, porque cuando tus opciones para parir de la mejor manera posible se reducen a sufrir o no, mayoritariamente elegiremos no sufrir.
Libertad de elección, pero sin información.
Queremos la libertad de elegir, esa parte del empoderamiento, pero no queremos ni oír hablar de la responsabilidad que ese empoderamiento y esa libertad de elección conlleva.
En aquel debate surgido volvió a hacerse patente. Queremos la falsa idea de la libertad de elección, pero no queremos ser responsables de las consecuencias que de esa decisión derivan.
Es entendible hasta cierto punto este sentimiento, por ejemplo cuando hablamos de la epidural, si pensamos en las opciones que tenemos para dar a luz en el sistema sanitario actual (que son nulas).
No se trata de culpabilizar.
Nadie está atacando a quien decide ponerse la epidural. Yo me la he puesto, y más del 90% de mujeres que han dado a luz también.
Nadie está culpando a las madres que han elegido ponerse la epidural (o más bien se han visto abocadas a ello) de los problemas en su lactancia. Yo misma los he vivido, y no considero que sean culpa mía.
Pero negar que esa correlación existe, para liberarnos de la carga de esa culpa autoimpuesta, no es empoderamiento ni es libertad de elección.
Siempre, mejor informadas.
Pues sólo informada, tendrás de verdad una libertad de elección real. Sólo a eso lo podemos llamar un empoderamiento real.
Está claro que no siempre podremos elegir lo mejor para nosotras y nuestros hijos. Por desgracia la vida no siempre nos da un amplio abanico de buenas y malas opciones. A veces, muchas, nos tocará elegir el mal menor. Nos tocará decidir entre lo malo y lo peor.
Pero debemos hacerlo informadas, sabiendo qué supone elegir lo malo o que supone elegir lo peor, y decidir qué es para nosotros malo o peor.
Y es aquí, donde creo que deberíamos centrar nuestros esfuerzos, ahora que llegan días importantes para nosotras, las mujeres.
Seremos libres cuando tengamos toda la información y cuando nuestras opciones a elegir de verdad se ajusten a toda la diversidad de mujeres, maternidades y crianzas.
Si te duele, haz algo, en vez de quedarte con la culpa.
Usemos ese sentimiento de culpa, para convertirlo en responsabilidad y hacer lo que esté en nuestra mano para cambiar aquello que no funciona.
La culpa, la culpa pegajosa, nos ancla y nos inmoviliza. No nos permite mejorar. Es normal sentir dolor cuando algo que hemos elegido nos lleva a unas consecuencias no deseadas.
Pero no conseguimos nada sólo llorando esa culpa y atacando a quien ofrece toda esa información que te hubiese permitido elegir con conocimiento de causa.
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