A las puertas de la Semana mundial de la lactancia, vengo a lanzaros una reflexión muy en línea con el lema de este año: la lactancia materna es responsabilidad de todos, es un asunto de salud pública y la sociedad tiene la responsabilidad de protegerla.

Empoderémonos. Hagamos posible la lactancia materna.
He de decir que la traducción del lema se ha dejado, este año, matices muy importantes por el camino. Imagino que en aras del diseño visual. Pero para mi gusto se pierde parte de la esencia y por eso quiero poneros también el logo original, que creo hace llegar mejor el mensaje.

Empower parents. O lo que es lo mismo, empodera o empoderad a los padres. Madres y padres. Entiendo que el mensaje no es sencillo de traducir, pero quiero poner el foco en lo que se ha perdido, porque para mi la clave reside precisamente ahí.
El mensaje original nos invita a empoderar a los padres, a hacernos a toda la sociedad responsable de esa lactancia materna que es cosa de todos y de empoderar a esos padres, entre todos, para que sean capaces de tener la lactancia materna que desean.
Devolver a las madres el poder. La lactancia materna es cosa de todos, pero sobre todo de ellas.
Y es que hubo un tiempo, hace muchos cientos de años, en el que el papel de la maternidad y la crianza era el máximo valor de un tribu. Criar y alimentar a la siguiente generación era lo que nos aseguraba la existencia y la persistencia en este mundo. La lactancia y la sexualidad femenina eran tan importantes que hasta se las veneraba.
Hoy en día eso queda lejos, y muy lejos de aplaudir a las madres por su capacidad, esta sociedad es experta en cuestionar a las madres, en hacerlas sentir inútiles e incapaces. En cierta medida, un poco más inútiles si somos, porque con el cambio de estilo de vida, hemos perdido el factor de aprendizaje en la crianza. Ya no vemos a otras madres dar el pecho, y todo lo que conocemos son imágenes poco acertadas en medios de comunicación, o el ejemplo que tenemos de otras crianzas que optan por una alimentación diferente.
Corresponsabilidad por parte de todos, también para proteger la lactancia materna.
Este año, se está reivindicando el papel de la mujer, la equiparación de derechos y obligaciones de los progenitores, la corresponsabilidad y la responsabilidad global de toda la sociedad para con la salud pública.
Pero a mi me gustaría hacer mucho hincapié en esta parte del lema, que se perdió por el camino. Empoderemos a las madres y padres. Apoyemos, animemos, demos información veraz y seamos sustento en vez de impedimento. La lactancia materna, es cosa de dos (o 3 o 4, dependiendo de los hijos gestados), pero también es cosa del padre, de la familia, de la comunidad y de toda la sociedad.
Y de igual manera la crianza. Si queremos inmiscuirnos en crianzas ajeas, que sea para apoyar, animar, para ser sustento y consuelo, y no para generar más dudas y sembrar más culpa en otros padres.

La lactancia materna es cosa de todos. Especialmente de los médicos.
Es triste pensar que hoy en día, en una sociedad tan informada, tantísimas lactancias se acaben por culpa de informaciones erróneas esgrimidas por personal sanitario.
Un personal que en cualquier nivel del sistema sanitario está muy deficientemente formado en lactancia materna… y es entendible. Los médicos de familia, las enfermeras, el traumatólogo… no tienen porque saber de lactancia materna igual que no tiene porque saber de cáncer o de glaucoma más allá de lo básico y de lo más importante: saber a quien derivar.

Pero esto último, en lactancia materna no ocurre, y la gran mayoría de personal sanitario aconseja en base a sus creencias y la cultura popular, sin evidencia científica (y en muchas ocasiones de manera muy errónea) en vez de derivar a un servicio especializado en esa área de la salud.
La lactancia materna es salud, a nivel personal y a nivel poblacional.
Es algo que debemos de clamar más fuerte y más alto. Este año, en uno de los congresos de pediatría más importantes de este país, se mencionaron unas cifras astronómicas de dinero en salud pública que se ahorraría mejorando las tasas de lactancia materna, y creo que a todos nos chocó esa cifra. Si, es una cifra susceptible de revisión, pues entre otras cosas habría que valorar que inversión es necesaria para llegar a esas cifras. Pero esa inversión sería únicamente inicial, puesto que lo “único” que hace falta para recuperar la lactancia materna es romper la cultura del destete.
Y para ello, debemos poner en valor la lactancia materna como agente activo en la salud de la población, de la misma manera que lo es la alimentación. El cómo se consigue esto es un tema muy amplio y complejo.
La realidad actual es que los profesionales sanitarios están formados en lactancia materna únicamente si han decidido formarse por cuenta (bancaria) propia, y está claro que es una responsabilidad que no podemos exigirle a todos. La correcta formación en lactancia materna debería ser responsabilidad de todos, es decir, del gobierno. Al menos se debería valorar que todo el personal sanitario que atiende normalmente a una madre y un bebé lactante esté correctamente informada.
A todos los demás, sólo les pedimos que no obren en contra de la salud y, por tanto, la lactancia materna.
El juramento hipocrático es un tema cuanto menos curioso. El juramento actual más utilizado es el de la convención de Ginebra que data de 1948, y promete muchas cosas pero entre ellas no se menciona específicamente la base del juramento hipocrático original: Primum non nocere. O lo que viene a traducirse como : “Por encima de todo no dañaré”.
Es importante recordar esto a todos los médicos y ,dado que a día de hoy sabemos (de nuevo) que la lactancia materna es salud, pedirles que no obren en contra de la salud, respetando de tal manera el juramento hipocrático por el que se rige todo médico.
Más allá de esta parte del juramento, que la mayoría conocemos, he descubierto una parte que va muy de la mano de una de las mayores peticiones que tenemos para todos los médicos en cuanto a la lactancia materna: Derivar a un especialista.
Una vez más, es algo que en el juramento hipocrático de la convención de Ginebra no se menciona de manera alguna, pero que tanto en el juramento original como en el de Louis Lasagna, más reciente y utilizado en países anglosajones, viene reflejado:
No ejecutaré la talla, dejando tal operación a los que se dedican a practicarla. // No tallaré cálculos sino que dejaré esto a los cirujanos especialistas.
Texto del juramento hipocrático original
No me avergonzaré de decir «no lo sé», ni dudaré en consultar a mis colegas de profesión cuando sean necesarias las habilidades de otro para la recuperación del paciente.
Texto del juramento hipocrático de Louis Lasagna
Exactamente esto es lo que le pedimos a los médicos hoy en día. Que si no saben de lactancia materna, que no se pronuncien y deriven a sus compañeros especialistas. Muchas veces los médicos se sienten en la obligación de tener una respuesta para todo, y olvidan el poder de su bata, al mismo tiempo que su deber con la salud.
Sería muchísimo más beneficioso para toda la sociedad, que fueran humildes, como se refleja en el juramento hipocrático, y que confiaran tal tarea en un compañero/a especializado en este asunto, que si haya recibido una formación adecuada y específica, que si habla con evidencia científica.
Primum non nocere.
La lactancia materna es responsabilidad de todos.
También de los que no somos médicos, o incluso además lo son. Es responsabilidad de todos los ciudadanos apoyar y sustentar a las familias, en vez de actuar (aún de buena fe) en su contra.
Una frase que repite mucho Alba Padró y que me flipa, es que todos deberíamos aprender más a callar y guardarnos nuestras palabras. Esta frase deberían enmarcarla en la sala de espera de la planta de maternidad, a la vista de familiares y amigos de aquellas personas que se han convertido en padres, por primera, segunda u octava vez, y que lo que más necesitan es apoyo y confianza en su capacidad.
Si tan sólo, en vez de cuestionar y juzgar a otras madres y padres, les dijéramos “lo estás haciendo genial” o tan sólo les preguntáramos como lo están llevando, sin contestar con juicio y superioridad… que tan mejores serían las crianzas.
Porque es muy duro, metidos en un postparto, hasta el cuello agobiados con una crianza que en ocasiones nos sobrepasa, tener que encima soportar críticas y juicios de valor. Es agotador y, si te pilla en un renuncio, hasta devastador. Un “A ver si es que no vas a tener leche” o un “Eso es que tu leche no le alimenta” es tan poderoso que puede destrozar una lactancia en la que una madre no esté suficientemente informada y empoderada.
Así que os pido a todos, hayáis dado el pecho o no, que si veis a otra madre dando el pecho os guardéis vuestro comentario si no suena a nada parecido (sólo) a lo estás haciendo genial, ¡que bien chica! Y si de verdad sabéis de lactancia, y estáis informadas, tenéis información veraz y científicamente contrastada… que tampoco digáis nada salvo que esa madre exprese abiertamente que necesita ayuda y le gustaría recibirla.
La lactancia es cosa de todos, también de los padres.
Finalmente, pero no por ello menos importante, vuelvo a hablar de los padres. En este post ya comenté en su día que el papel del padre en la lactancia es vital, al menos en la mía marcó la diferencia entre seguir luchando o rendirme.
Queridos papás. Respecto a la lactancia: informaros, acudid a todas las visitas médicas vosotros también, acompañad a la madre a su primera reunión de lactancia si así lo quiere ella, apoyadla, confiad en ella, ofrecedle recursos y liberadla de obligaciones… y sobre todo protegedlos, a ambos. Porque la lactancia es salud, salud para vuestra mujer, y salud para vuestros hijos. Y si estamos dispuestos a trabajar horas de más para pagar esas vacunas, para comprarle los mejores zapatos y para que siempre puedan ir a un médico… proteged también esta fuente de salud.

Y reclamad vuestro lugar en la crianza, que está al lado de la madre, compartiendo las tareas que todos podemos realizar, y apoyando y respetando las que solo ella puede hacer.
Vuestra pareja os lo agradecerá de por vida. Porque cuando más vulnerables estamos, cuando más necesitamos que alguien nos apoye, poder tener a nuestra pareja como sustento y escudo, es un lujo que todas nos merecemos pero que no todas podemos disfrutar. Y tan sólo requiere de pequeños gestos.
Y para todos, en lactancia materna o crianza,ante la duda, calla y sonríe.
Ante la duda, si no sabes como apoyar, si no sabes como hacer para ayudar a esa mamá, si no sabes como aportar en positivo a un lactancia… mejor no digas nada. Sonríe a esa mamá, hija, nuera, prima o vecina. Sonríele, dile que lo está haciendo bien, que te alegras por su fortuna y que la animas en su dicha. Y pídele que confíe en si misma. Que ella puede. Que tu puedes. A veces, todo lo que se necesita es apoyo.
Y si creéis que es madre necesita ayuda, en vez de dar consejos, dale el contacto del Grupo de apoyo a la lactancia más cercano.