Crianza Maternidad

Mi hija se despierta asustada. ¿Pesadillas o terrores nocturnos?

Por

Como os adelanté en el último post, estamos teniendo una situación nueva y una tanto peculiar con el sueño de nuestra hija en casa. Las pesadillas o terrores nocturnos han llegado a nuestra casa.

¿Son lo mismo, las pesadillas y los terrores nocturnos?

No, no son lo mismo. Ahora pasaré a explicaros las diferencias entre ambos, y cuales son las posibles causas.

A mi a día de hoy me está costando valorar si está pasando una u otra cosa, porque creo que hemos vivido ambos.

Voy a pasar a explicaros un poquito más sobre este tema, y luego os cuento lo que ha estado pasando en nuestra casa.

Pesadillas vs terrores nocturnos.

A continuación os enseño la tabla comparativa que Rosa Jové incluye en el libro Dormir sin lágrimas, y que para mi ha sido clave para entender un poco mejor lo que está pasando.

Es importante tener en cuenta esta información, puesto que la manera de actuar ante una u otra situación varía.

Pesadlla Terror nocturno
Cuándo Segunda mitad de la
noche.
Fase REM
Primera mitad de la noche.
Fase no-REM
Conciencia El niño está despierto o
se despierta fácilmente.
Recuerda lo que ha pasado.
Casi nula. Puede parecer
despierto pero no lo está.
No recuerda nada.
Relación
con los
padres
Reconoce a sus padres y
quiere ser consolado,
porque tiene miedo.
No reconoce a sus padres
e incluso rechaza el
contacto físico.
Alteración
física
No hay muchas
manifestaciones
o son mínimas:
llanto, sudor,
temblores muy leves.
Siempre son después
del sueño.
Muchas manifestaciones
alarmantes:
gritos, fuertes llantos,
sudoración, agitación…
Suceden durante el sueño.
Regreso al
sueño
Difícil, a menudo
persiste el miedo.
Fácil, se suele dormir
enseguida.

Como veis, hay elementos más fáciles de reconocer, como son el momento de la noche en el que sucede, o como actúa el niño.

Luego hay otros puntos que a mi me cuestan más valorar, como son la alteración física. Es difícil definir si está llorando mucho o poco.

Por lo que describen otros padres de los terrores nocturno yo creo que no hemos llegado a ese punto, brutal, de despertarse gritando y que no la puedas calmar durante minutos y minutos.

Pero estamos empezando a vislumbrar coletazos de lo que podría ser.

¿Qué está pasando con nuestro sueño?

El sueño de los padres niños es uno de los temas más candentes en la maternidad. Como adultos, pocas cosas hay que nos desestabilicen tanto como la falta de cantidad y/o calidad de sueño.

Hace unos días, Pilar Martinez de Maternidad Continuum dijo en el podcast que la mayor prueba de amor de un padre/madre es seguir queriendo a tus hijos después de tenerte durmiendo mal durante años.

No hay frase que lo describa mejor.

Si te despertaran tus vecinos, incluso tu pareja, como te despiertan tus hijos… acabarías prendiéndole fuego a alguien. Pero respiremos y educación en positivo.

El caso es que el sueño en nuestra casa ha sido ligeramente más truculento que el de la media de padres, pero tampoco para echarse a llorar.

Los primeros meses, durante el “infierno”, conseguir dormir 6 horas en total (lo de 6 horas del tirón aún a día de hoy me suena a utopía) era todo un logro que celebrar. Fue entonces cuando empezamos a valorar las noches mejores (que no buenas) y saber vivir con un déficit de sueño importante.

Lo bueno y lo malo es que el sueño evoluciona, cambia y se parece cada vez más al de los adultos (despertares menos frecuentes, noches más largas y siestas más cortas)… pero no es una evolución puramente lineal.
Y eso es algo que a los padres nos desconcierta. Justo cuando te estabas acostumbrando a que la noche eran 8 horas de cama, con 2 pequeños despertares tranquilos… llega ESA etapa.

Lloros, sustos, agitación… ¿Son pesadillas o terrores nocturnos?

Pues como ya os adelantaba, ahora mismo no lo tengo muy claro.

Si tengo en cuenta que suele estar 9 horas en la cama, yo diría que los despertares se dan justo en la mitad de la noche, así que no sabría valorar bien si los despertares suceden en Fase Rem o No-Rem.

Tampoco sabría decir bien si nos sabe reconocer o no, o si recuerda lo que ha pasado.
Normalmente en cuanto consigue calmarse, se duerme enseguida, pero no llego a saber si es porque con la teta se duerme bastante rápido.

Si es cierto que en la mayoría de episodios, no suele aceptar que la toquemos ni que la cojamos, que por ahí van mis sospechas de que algunos episodios puedan ser terrores.

El caso es que creo que hemos tenido de todo. Y creo que algunos episodios tienen un origen que podemos identificar de manera bastante clara, y en cierta medida, sino evitar, al menos anticipar.

Que al final, de las cosas más duras de ser padres, es la falta de experiencia y vivencia. El no saber que va a pasar, y el susto de encontrártelo de bruces.

¿De donde vienen las pesadillas y los terrores nocturnos?

Las pesadillas son episodios en los que el niño o adulto ha tenido un sueño desagradable. Suele ocurrir porque en ese momento asimilamos y recordamos vivencias del día a día, y el niño puede revivir episodios de angustia y miedo vividos durante el día.

Si las pesadillas son esporádicas, por algún suceso puntual que el niño reviva en sueños, no es algo de lo que preocuparse y con ofrecer consuelo a nuestro hijo y ayudarlo a volver a dormirse, sería suficiente.

Si son frecuentes, y/o la temática es repetitiva, sería conveniente intentar averiguar el origen de estas pesadillas e intentar aliviar esa ansiedad.

Épocas de gran ansiedad para los niños, son por ejemplo la angustia por separación que ocurre alrededor del año, la angustia por la reglamentación esfinteriana (controlar el pipí y la caca) entre los 2 y los 3 años, o la complejidad de sentimientos que empiezan a ser notorias para los pequeños de entre 3 y 6 años (sentimientos contradictorios, dificultad de control sobre los mismos)

Para evitar en la medida de lo posible estas situaciones, no está de más que tengamos en cuenta algunas recomendaciones:

  • Evitar situaciones de miedo antes de dormir (relatos o imágenes)
  • Reducir el estrés del niño y valorar los posibles cambios en su rutina y su maduración.
  • Acompañar al niño en el descubrimiento de sus emociones, y hacerles saber que estaremos ahí siempre.
  • No menospreciar sus sentimientos, y ofrecer herramientas de gestión emocional. Jamás infravalorar sus miedos y sus angustias (No pasa nada, no ha sido nada…)
  • Evitar la separación del niño en la medida de lo posible. La separación de los padres es un gran factor de angustia para los niños.
  • Controlar las vías respiratorias. Si los niños están resfriados y no respiran bien, suelen angustiarse por esta razón y, especialmente en sueños, pasar miedo por ello.

En cuanto a los terrores nocturnos, que son más frecuentes a partir de los 2 años, son causados por una fase REM que se alarga y es muy profunda, dificultando el aligeramiento del sueño (que suele ocurrir después de esa fase y previa a la vigilia, es decir, un despertar). Este suceso puede resultar en una variedad de transtornos como son el sonambulismo, la somniloquia (hablar en sueños), automecimiento, etc…

Dentro del hecho que son corrientes durante la evolución del sueño, hasta su estabilización alrededor de los 6 años, algunos de estos episodios tienen una causa que podemos evitar e intervenir.

En muchas ocasiones, este sueño tan profundo y difícil de aligerar, viene ocasionado por que el niño no ha descansado lo suficiente la noche y el día anterior, o bien porque se ha atrasado mucho su hora habitual del sueño. Llega muy cansado a la hora de dormir, y esto lo sume en un sueño muy profundo, que puede acabar en un episodio de terrores

Por ello, para prevenirlos en cierta medida, es importante mantener siempre una rutina similar de sueño, y evitar los cambios drásticos en la cantidad y horarios de sueño.

Y realmente poco más se puede hacer, porque al final el sueño es un proceso madurativo. Según vayan creciendo su sueño se asemejará más al de un adulto, más ligero y estable, y este tipo de situaciones desaparecerán.

Entonces… ¿Qué pasa en nuestra casa?

Con estos últimos datos que os he dado, creo que la conclusión es que hemos tenido de todo. Hay noches, como la de hoy, en las que veo muchos indicativos de una pesadilla por culpa de los mocos. Se despierta, llorando, y me ruega que nos vayamos al sofá a dormir porque lo tiene asociado con dormir mejor cuando está congestionada… así que aquí estamos, escribiendo un post a las 5 de la mañana.

Pero otros días, he visto esos aspectos que comentaba de los terrores, y he podido comprobar que efectivamente ese día previo el sueño había sido caótico, o se había saltado la siesta o se había despertado mucho antes de su hora habitual.

Y ahora encima, nuestros amigos los mocos no nos sueltan, y ha empezado a despertarse muy congestionada a las 4-5 de la mañana y ya no quiere estar en la cama. Empieza a gritar allí, allí, sofá, sofá… y no hay quien se quede en la cama.
Así que nos encontramos todos los días en el salón, 2 horas antes de lo previsto.

Esto estoy casi segura que es por los mocos, y en cuanto mejore un poco, se pasará.

Pero vamos, que entre mocos, pesadillas y terrores… pasar una noche entera en la cama ha vuelto a ser una utopía.

Que podemos hacer ante una pesadilla o un terror nocturno.

Pues principalmente acompañar.

Según el tipo de episodio que sea, vuestro hijo no querrá que lo toquéis y ni siquiera os escuchará, pero yo soy de la opinión de intentarlo y dejarlo estar si el niño lo rechaza. Creo que es mejor intentar consolarlo y que no quiera (y dejarlo estar, obvio) que no estar ahí por el/ella cuando sí lo necesita.

Podéis intentar averiguar que ha pasado, y anticiparos en otras ocasiones, poniendo a dormir a vuestro niño una siesta a media tarde o procurando que no tenga muchos mocos, y principalmente ayudándole a gestionar sus miedos.

Y sobre todo, jamáis hagáis burla de lo sucedido, en el caso de los terrores que es posible que ni los recuerde, es mejor ni mencionarlos salvo que el propio niño saque el tema. Hacerles entender que es un suceso normal, que es parte de su proceso madurativo, que estamos ahí para acompañarlos y que no tiene nada que temer, es vital para no generar más angustia y entrar en un círculo vicioso.

Un día se harán mayores.

Soy muy consciente (soy madre!) de que a veces, estos discordancias entre nuestra situación evolutiva y la de nuestros hijos, es difícil de llevar.
Especialmente el tema del sueño y de la gestión de emociones es algo que nos cuesta mucho.
Principalmente porque nosotros también necesitamos ese equilibrio, y la falta del mismo en nuestros hijos, desestabiliza el nuestro.

Pero también es cierto que hemos sido criados en un entorno en el cual se entendía poco sobre el sueño infantil, y se pretendía forzar a los niños a ser miniadultos (solo para algunas cosas, ojo) lo antes posible.

Este mensaje va para vosotros, mamás y papás, que hoy habéis dormido mal otra noche más. Pasará, de verdad, lo prometo. Es una etapa muy agotadora, pero no dejéis que estas situaciones amarguen vuestros días, os hagan perderos esa magia que supone ver crecer a un hijo… Y si necesitáis dormir un poquito mejor, pedid ayuda. A vuestra pareja, a una amiga, a los abuelos…

La vida se ve mucho mejor tras una noche bien dormida. Yo espero que esas noches lleguen en un par de años.

Mientras, disfrutaré del orgullo de acompañar el crecimiento de un pequeño y maravilloso ser vivo


¿Y vuestros peques, que tal duermen? ¿Sois la vecina cuyos hijos duermen toda la noche del tirón? ¿O miráis más techo del que os gustaría?

También te puede interesar:

Me encantaría conocer tu opinión!

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: